Las obras de Dios
se manifiestan cuando Él quiere y la de esta fundación se hizo por sola Su Voluntad.
Dos acontecimientos
históricos, al parecer separados en la divina Providencia estaban realmente
destinados a un mismo fin: La aparición de la Virgen Santísima, el 9 de Abril
de 1906, en este pueblo de Chauchina. El Monasterio, se
fundó porque la Virgen así se lo manifestó a Rosario Granados: “se edificará
una casa de oración y penitencia, un Monasterio de Religiosas Franciscanas que
adorarán al Santísimo Sacramento” y que “no han de ser religiosas de enseñanza,
sino monjas de clausura”, la providencia
se sirvió de Madre Trinidad, Capuchina de Granada, para realizar esta fundación por el gran deseo
que tenía de adorar durante todo el día al Santísimo Sacramento Expuesto.
Rosario Granados murió en 1921, poco
antes le reveló al Padre Francisco de Sevilla, Capuchino, lo que la Virgen le
había encargado no revelar hasta que
viera próxima su muerte, autorizando hacerlo público cuando muriese y en
el año 1922, se adquirió el terreno para la Fundación del Convento, ya estaba
edificada la nave de la iglesia desde 1919. El 11 de Abril de 1925 llegan las monjas de
san Antón con Madre Trinidad a la
cabeza.
El 9 de Abril de 1906, tras la curación milagrosa de Rosario Granados,
por una Señora enlutada, que el pueblo atribuyó, sin duda alguna, a la Stma.
Virgen de los Dolores, quedó cercado con piedras y palos el sitio donde Rosario
tuvo el primer coloquio con la Señora desconocida. El camino desde el espino al
cementerio fue recorrido por todos con gran devoción y reverencia. Muchas
personas guardaron espigas del sembrado y hierbas que pisó la Señora
desconocida.
A iniciativa del pueblo se hizo una pequeña hornacina en donde se
colocó un cuadro humilde de la Stma. Virgen de los Dolores, ante el cual se
rezaba constantemente el rosario y se pedía consuelo a la Madre afligida. Velas
y lámparas de aceite permanecían encendidas de día y de noche, dando guardia de
honor al cuadrito y mostrando a todos la creencia segura, del pueblo, en la
presencia de la Madre de Dios. Más tarde se levantó una pequeña Ermita con la
limosna de los fieles.
Al cumplirse el primer aniversario de la Aparición, una inmensa
muchedumbre de personas, saturados de amor a nuestra Señora, se postraban ante
el cuadro que presidía la pequeña Ermita, lo indispensable para cubrir el
cuadro. Para todos esta tierra estaba consagrada por el contacto de los pies de
la Santísima Virgen. Y así para distinguir el camino por donde anduvo hasta el
cementerio cortaron frondoso ramaje de los árboles próximos clavando las
floridas ramas a uno y otro lado del camino. Sin atreverse a pisar el sagrado
camino, llorando de alegría, pasaban de rodillas besando aquella tierra.
Pasan los años y el 6 de febrero de 1916, sor Trinidad, religiosa del
Convento de san Antón (Granada), estando en adoración en presencia de Jesús, quedó privada de sentido por unos minutos y vio claramente cómo el
Señor la conducía por una senda escabrosa a un campo
espacioso en el que se levantaba un trono de adoración, rodeado de una
comunidad capuchina, como ella manifestó a su confesor, convencida ser
revelación de Dios que no era en aquel convento
donde el Señor quería la adoración, sino en aquel donde le mostraba, siendo consagrado a su madre la
Santísima Virgen. Entendiendo que Dios la pedía el sacrificio de dejar
aquella comunidad que tanto amaba, para que fundase otro convento que le hiciera voto de adoración. ¿Cómo...? Le fue oculto por entonces, que todo
era oscuridad y tinieblas.
Mientras tanto, en el año 1918 o 1919,
se presentó en la Ermita un señor llamado don José Farrugia y oró ante
el cuadro de la Virgen con mucho fervor. Se puso en contacto con Rosario
Granados y oyó de sus labios la narración de la Aparición. Como tenía una
imagen de la Virgen de los Dolores que se acomodaba a las prescripciones de
Rosario y según afirmó la Virgen le había intimidado por tres veces el mandato
de que le trajera a la Capilla que se estaba edificando en Chauchina. A los
pocos días se personó en casa de Rosario
con la imagen y al mostrársela exclamó Rosario en entusiasmada. “esta imagen se
parece a la buena mujer”. Mientras se ampliaba la Ermita la imagen fue
depositada en casa de unos señores del pueblo. Como estaba muy deteriorada, con
el premiso del Párroco, fue llevada al escultor Navas Parejo. Así fue
sustituido el cuadro por la imagen.
Mientras tanto, el 29 de noviembre del 1922, hizo su entrada solemne en Granada el dignísimo señor arzobispo D. Vicente Casanova y Marzol, que tras muchas luchas y contrariedades, enterado de que se pretendía hacer una nueva
fundación, encargó le dijesen a la Abadesa que no admitiría
la fundación a menos que no le diesen una donación
suficiente, que asegurara la subsistencia
material de las monjas; que no volviese a pensar en
nueva fundación, que lo que había de
hacer en una nueva casa, lo hiciera en San Antón.
Viendo la resolución dada por el Arzobispo, la Abadesa rindió
su juicio, y deseando cumplir la
voluntad del Señor, habló a la comunidad,
consultó a su director y algunos
padres que tenían noticias de la fundación. La comunidad se negó a obligarse a
una carga sobre la Regla, pues había muchas
enfermas y ancianas. El director le mandó, en virtud de santa obediencia que no
volviese a ocuparse más de fundación, ni pensar en ella. Le decían: "Madre
no es voluntad del Señor, cuando el Prelado lo prohíbe no piense usted más en ella, la adoración que usted
desea no la quiere el Señor por ahora". Los padres que consultó
entendieron lo mismo.
En este mismo año, los señores Pérez de Herrasti le entregaron al señor Arzobispo 25.000 pts. para la nueva fundación. Esperaban que Dios les abriera camino mediante más donaciones para este mismo fin. Y en 1923, los señores Martínez Victoria, visitaron a las Capuchinas de san Antón, para decirles que tenían una cantidad de 50.000 pts. para la fundación que pensaban hacer, porque les entusiasmaba esta obra de Dios, se ofrecieron a ayudar y hacer cuanto el Señor quisiera de ellos... Bajo esta hermosa impresión fueron al Sr. Arzobispo, y este, vio en ellos la providencia.
El Señor no dejaba de insistir a Madre Trinidad en que trabajase con humildad hasta conseguir la nueva fundación, el día 23 de octubre del año 1923, estando en adoración tuvo una inspiración divina y no pudiendo resistir más, salió del coro, para escribir al Sr. Arzobispo y decirle qué debía hacer en aquella lucha. Terminada la carta, no sabía cómo enviarla y en este momento llegó el Arzobispo y le dijo: El padre Francisco de Sevilla, Capuchino, enterado de que se quiere hacer una nueva fundación, ha expuesto los deseos de la Stma. Virgen del Espino, aparecida el 9 de abril de 1906, a una anciana, Rosario Granados, a la que curó milagrosamente de unas llagas cancerosas, desahuciada por los médicos, y a la que le dijo que “religiosas franciscanas funden en Chauchina un Monasterio con Adoración Perpetua diurna del Santísimo Sacramento para pedir por la conversión de los pecadores”.
Los Sres. Martínez Victoria y la Sra. Dña. Juana Vargas han entregado la cantidad de 10.000 ptas., para este fin. Entiendo que la voluntad de Dios es que se haga en Chauchina, en una ermita que allí hay a la Virgen de los Dolores, pidan a Roma Preces, y empiecen las obras.
Así, el 2 de diciembre salieron las Preces, firmadas e informadas por el Excmo. Sr. Cardenal, para Roma; y el día 27 del mismo mes, día del evangelista san Juan, volvieron a Granada concedida y aprobada la nueva fundación.
En abril de 1924, día de san Fidel de Sigmaringa, el Sr. Arzobispo con el Sr. Provisor, el M. I. Sr. D. Juan Cuenca, el Sr. D. Ricardo Pérez, D. José López y los señores Martínez de Victoria y Vargas Chacón, a las 3 de la tarde, en auto particular fueron a Chauchina, bendijeron el terreno y puso la primera piedra para el convento, con la asistencia del Sr. Párroco y principales del pueblo. Fue un acto conmovedor a todo el pueblo que no creía ver realizados los deseos de la Stma. Virgen y del pueblo de que se fundara un Convento. Desde este día empezaron a traer materiales. El 3 de mayo del mismo año comenzó la obra, bajo la dirección de D. José López Muñoz. D. Antonio Martínez Victoria como ingeniero que era, trazó los planos del modo más adecuado para facilitar la guarda de la perfecta clausura papal.
En este mismo año, los señores Pérez de Herrasti le entregaron al señor Arzobispo 25.000 pts. para la nueva fundación. Esperaban que Dios les abriera camino mediante más donaciones para este mismo fin. Y en 1923, los señores Martínez Victoria, visitaron a las Capuchinas de san Antón, para decirles que tenían una cantidad de 50.000 pts. para la fundación que pensaban hacer, porque les entusiasmaba esta obra de Dios, se ofrecieron a ayudar y hacer cuanto el Señor quisiera de ellos... Bajo esta hermosa impresión fueron al Sr. Arzobispo, y este, vio en ellos la providencia.
El Señor no dejaba de insistir a Madre Trinidad en que trabajase con humildad hasta conseguir la nueva fundación, el día 23 de octubre del año 1923, estando en adoración tuvo una inspiración divina y no pudiendo resistir más, salió del coro, para escribir al Sr. Arzobispo y decirle qué debía hacer en aquella lucha. Terminada la carta, no sabía cómo enviarla y en este momento llegó el Arzobispo y le dijo: El padre Francisco de Sevilla, Capuchino, enterado de que se quiere hacer una nueva fundación, ha expuesto los deseos de la Stma. Virgen del Espino, aparecida el 9 de abril de 1906, a una anciana, Rosario Granados, a la que curó milagrosamente de unas llagas cancerosas, desahuciada por los médicos, y a la que le dijo que “religiosas franciscanas funden en Chauchina un Monasterio con Adoración Perpetua diurna del Santísimo Sacramento para pedir por la conversión de los pecadores”.
Los Sres. Martínez Victoria y la Sra. Dña. Juana Vargas han entregado la cantidad de 10.000 ptas., para este fin. Entiendo que la voluntad de Dios es que se haga en Chauchina, en una ermita que allí hay a la Virgen de los Dolores, pidan a Roma Preces, y empiecen las obras.
Así, el 2 de diciembre salieron las Preces, firmadas e informadas por el Excmo. Sr. Cardenal, para Roma; y el día 27 del mismo mes, día del evangelista san Juan, volvieron a Granada concedida y aprobada la nueva fundación.
En abril de 1924, día de san Fidel de Sigmaringa, el Sr. Arzobispo con el Sr. Provisor, el M. I. Sr. D. Juan Cuenca, el Sr. D. Ricardo Pérez, D. José López y los señores Martínez de Victoria y Vargas Chacón, a las 3 de la tarde, en auto particular fueron a Chauchina, bendijeron el terreno y puso la primera piedra para el convento, con la asistencia del Sr. Párroco y principales del pueblo. Fue un acto conmovedor a todo el pueblo que no creía ver realizados los deseos de la Stma. Virgen y del pueblo de que se fundara un Convento. Desde este día empezaron a traer materiales. El 3 de mayo del mismo año comenzó la obra, bajo la dirección de D. José López Muñoz. D. Antonio Martínez Victoria como ingeniero que era, trazó los planos del modo más adecuado para facilitar la guarda de la perfecta clausura papal.
En el mes de marzo de 1925, habían terminado la iglesia y una parte de convento, suficiente para establecerse la comunidad, dormitorio, celdas, coros, refectorio, cocina, torno, locutorio y confesonario. Todo pequeño, pero muy bien dispuesto y todas verían con gusto que el 19, día de san José, entrasen en el convento las 12 religiosas que
estaban designadas para la nueva fundación.
Parece que el demonio, que
trabajaba por todos los medios por deshacer la fundación, puso en algunas
personas la idea que no debían irse hasta el otoño,
que se secara bien la obra porque enfermarían; y en efecto, el Sr. Arzobispo a todos
les contestaba que hasta Octubre no las dejaría ir. Pero el Viernes Santo, 10 de Abril, llegó el Sr. Arzobispo, a las cinco de la tarde. Mandó abriesen la clausura, y entró inspirado
por el Espíritu Santo y llevado por
la Madre divina de los Dolores, que es
vida y dulzura, consolándolas y animándolas a todas, leyó el
Rescripto de Roma, a la comunidad toda, que estaba reunida y el
oficio firmado por las 12
religiosas que voluntariamente querían ir a la nueva fundación.
Las exhortó a la caridad y unión que debía reinar entre las dos comunidades, dándoles a las que salían sus ropas y todo lo necesario como buenas hermanas, recibió la renuncia de la Abadesa, diciéndole, entregase las llaves y cuentas a la Vicaria, que desde aquel momento quedaba de Presidenta, y las aconsejó mucho se ayudaran mutuamente, viendo en la nueva fundación una gracia singularísima del Señor que manifestaba cuánto le agradaba aquella comunidad cuando de ella sacaba una fundación con tan altos fines, en unos tiempos tan indiferentes y relajados, y dispuso que al día siguiente a las 3 de la tarde, Sábado de Gloria, 11 de abril de 1925, fuese el Sr. Provisor y D. Ricardo Pérez, con Ángeles y Josefa Muñoz, tías de D. José López, capellán de San Bernardo, con un auto, a acompañar a las religiosas a Chauchina, procurando avisar al Cura de Chauchina para que lo prepararan todo para el Sábado Santo a las cinco de la tarde, encargándole al Sr. Provisor preparara comida y cuanto necesitaran en las despensa para que quince días comiesen por su cuenta, y bendiciéndolas a todas y lleno de bondad se despidió hasta el siguiente día, diciéndoles que si alguna más de las que habían firmado quería ir, se pusiera de pie, y aunque había muchas que se hubiesen venido, ninguna pidió por temor a que no se lo concediesen.
Las exhortó a la caridad y unión que debía reinar entre las dos comunidades, dándoles a las que salían sus ropas y todo lo necesario como buenas hermanas, recibió la renuncia de la Abadesa, diciéndole, entregase las llaves y cuentas a la Vicaria, que desde aquel momento quedaba de Presidenta, y las aconsejó mucho se ayudaran mutuamente, viendo en la nueva fundación una gracia singularísima del Señor que manifestaba cuánto le agradaba aquella comunidad cuando de ella sacaba una fundación con tan altos fines, en unos tiempos tan indiferentes y relajados, y dispuso que al día siguiente a las 3 de la tarde, Sábado de Gloria, 11 de abril de 1925, fuese el Sr. Provisor y D. Ricardo Pérez, con Ángeles y Josefa Muñoz, tías de D. José López, capellán de San Bernardo, con un auto, a acompañar a las religiosas a Chauchina, procurando avisar al Cura de Chauchina para que lo prepararan todo para el Sábado Santo a las cinco de la tarde, encargándole al Sr. Provisor preparara comida y cuanto necesitaran en las despensa para que quince días comiesen por su cuenta, y bendiciéndolas a todas y lleno de bondad se despidió hasta el siguiente día, diciéndoles que si alguna más de las que habían firmado quería ir, se pusiera de pie, y aunque había muchas que se hubiesen venido, ninguna pidió por temor a que no se lo concediesen.
Amaneció el Sábado Santo, 11 de abril, preparando las camas y ropas, entre lágrimas y penas se despedían. El Señor alentaba el corazón para
el gran sacrificio, continuamente
decían las que se quedaban: "Se van a un pueblo donde no las quieren, a una casita que no caben, sin
acabar, a morirse de hambre y de aburrición"... Cuando tantas calamidades anunciaban parecía veían a la Santísima Virgen de los Dolores, que abriendo su manto las acogía a todas diciéndoles: "No temáis, yo seré vuestra madre y amparo".
Al dar las tres de la tarde, llega el auto, la R. M. Presidenta, sor Clara de Jesús María, quedó sola en la portería para despedir a las 12 religiosas que debían marchar a la nueva fundación, porque las demás religiosas y
porteras no podían sufrir la despedida de la que había sido trece años su Abadesa
y Madre.
La madre Trinidad les dijo a todas se hincaran de rodillas, y antes de salir pidió la bendición a la madre Presidenta, que con muchas lágrimas las despidió, destrozando todas el corazón por amor de aquel Señor a quien con toda el alma le sacrifican todo. Las fundadoras del nuevo Monasterio serían doce, como los apóstoles, quienes poco a poco irían creciendo. La Virgen llamaba y sigue llamando a este remanso de paz a sus hijas predilectas. ¿Y si Dios te llama a ti? ¿Serías capaz de dejarlo todo por el TODO?. Seguro que encontraras aquí los mejores medios para realizar los anhelos de imitar a Jesús y con ello el más perfecto despliegue de las virtudes evangélicas.
Pero sigamos con nuestra historia, los nombres de las religiosas que salieron fueron los siguientes: Madre Trinidad, Madre Patrocinio, Madre Concepción, Sor María del Carmen del Corazón de Jesús, Madre Luisa de la Ascensión, Sor Jacoba de San José, Sor Esperanza del Santísimo Sacramento, Sor María de la Paz del Santísimo Rosario, Sor Inés del Niño Jesús, Sor Ana María del Espíritu Santo, Sor Sacramento de la Madre de Dios y Sor Adoración de la Santa Cruz.
La madre Trinidad les dijo a todas se hincaran de rodillas, y antes de salir pidió la bendición a la madre Presidenta, que con muchas lágrimas las despidió, destrozando todas el corazón por amor de aquel Señor a quien con toda el alma le sacrifican todo. Las fundadoras del nuevo Monasterio serían doce, como los apóstoles, quienes poco a poco irían creciendo. La Virgen llamaba y sigue llamando a este remanso de paz a sus hijas predilectas. ¿Y si Dios te llama a ti? ¿Serías capaz de dejarlo todo por el TODO?. Seguro que encontraras aquí los mejores medios para realizar los anhelos de imitar a Jesús y con ello el más perfecto despliegue de las virtudes evangélicas.
Pero sigamos con nuestra historia, los nombres de las religiosas que salieron fueron los siguientes: Madre Trinidad, Madre Patrocinio, Madre Concepción, Sor María del Carmen del Corazón de Jesús, Madre Luisa de la Ascensión, Sor Jacoba de San José, Sor Esperanza del Santísimo Sacramento, Sor María de la Paz del Santísimo Rosario, Sor Inés del Niño Jesús, Sor Ana María del Espíritu Santo, Sor Sacramento de la Madre de Dios y Sor Adoración de la Santa Cruz.
Con la bendición de la madre
Presidenta salieron las 12 religiosas arriba nombradas de dos en dos con sus
rostros cubiertos,
entraron al auto con las dos señoras ya citadas, mientras el Ilmo. Sr. Provisor,
D. Juan Villar, y el Sr. D. Ricardo Pérez Reche y D. Antonio Martínez Victoria
en el auto del
Sr. Cardenal se adelantó para avisar al Sr. Párroco, que con estos señores y la gente del
pueblo vinieron a recibirlas. Llegaron una hora más tarde, por venir el auto
despacio por el mal camino, temiendo se mareara alguna por falta de costumbre, como sucedió a la madre Trinidad.
Continuará...
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